12 agosto 2015

“Las cogidas son la ‘prueba de sangre’ de los toreros, a unos se les va el valor y a otros les entra más”

Javier Valero, comentarista taurino de Aragón TV, recoge sus impresiones ante la cogida de “Paquirri” en Huesca y analiza el desarrollo de la temporada de recortadores que emite la autonómica

Uno de los grandes clásicos de la programación veraniega de Aragón TV son ya los tradicionales concursos de recortadores. La televisión aragonesa emite las tardes de los sábados durante estos meses algunos de los festejos celebrados en distintas localidades de la comunidad. Javier Valero, comentarista taurino de la cadena, recorre el circuito aragonés narrando las evoluciones de los mejores recortadores. También realiza las crónicas taurinas, la última de ellas, la estremecedora cogida por “Paquirri” en Huesca.

P.- ¿Cómo estás viendo esta temporada?

Estamos viendo una temporada en la que estamos emitiendo más recortes de anillas con vacas que recortes libres con toros en los que los recortadores pasan, quiebran o saltan a las reses. Además esta temporada empezamos con algo muy interesante que se llama “La Fragua”, es decir, donde se fraguan los nuevos valores. Este año lo hicimos desde Alagón y creo que fue un éxito importante porque de ese festejo han salido varios recortadores que ya están en el circuito nacional.

P.- Recortes con anillas, roscaderos… ¿En Aragón a qué hay más afición?

Lo nuestro es más la anilla y, evidentemente, el roscadero. El roscadero es una suerte aragonesa, solo se hace en Aragón. Es preciosa, a mí me encanta porque su origen estaba en la forma de tentar a las vacas para ver si son bravas o no. A un toro lo tientas en el campo, con el caballo. En cuanto a las anillas, son típicas de toda la ribera del Ebro, que incluye Navarra y La Rioja. Incluso tenemos a gente de Valencia y del País Vasco. Y lo que es ya el recorte o el recorte libre es más de Castilla y León e incluso de Madrid.

P.- ¿Es muy diferente la preparación física de un recortador que la que necesita un matador?

Los toreros y los recortadores tienen que estar muy fuertes porque las piernas son fundamentales. Los toreros se preparan muchísimo y algunos recortadores también, algo que luego se nota en la plaza. Al final el que más anillas pone es porque está más fuerte o porque ha tenido la suerte en el sorteo de tocarle una vaca que se preste más. Hay que tener en cuenta que el comportamiento de la vaca cambia en una plaza grande y en una pequeña. A la misma vaca puedes ponerle 10 anillas en una plaza pequeña y no ponerle ninguna en una grande, donde el animal tiene más espacio para perseguirte.

P.- ¿Varia el riesgo al que se someten en unas modalidades y otras?

Es mucho más difícil el recortar con anillas que hacer recortes con toros a pesar de que el toro tiene mayor volumen. Pero es que las vacas son siempre las mismas y tienen memoria, se acuerdan de todo, no están “limpias”. Así como el toro solo sale una vez en su vida a la plaza, las vacas no. Tú sabes más de tu trabajo después de tres años que el primer día que entraste, pues a las vacas les ocurre lo mismo. Hay algunas que bajan la cabeza para que no le metas la anilla, otras que te persiguen hasta que no has saltado al callejón. La vaca sabe cuál es su trabajo, sabe a lo que va y el toro no. Sin embargo, y es curioso, yo creo que da más emoción el toro que la vaca.

P.- La cogida a “Paquirri” en la plaza de Huesca es uno de los asuntos de actualidad ¿Cómo la viviste?

La viví con sensaciones cambiantes. La cogida me pareció muy mala en el ruedo. Lo vi levantado en el aire, cuando el toro tiene a un torero así y con el pitón metido es malísimo. Esa es la sensación que me dio. Pero al rato le puse un mensaje al empresario de la plaza preguntándole si había sido fuerte, y me contestó que menos de lo que parecía. Nos tranquilizó a todos los compañeros que estábamos ahí, nos dijo que estaba consciente. Pero al acabar el festejo bajamos a la enfermería, la policía no nos dejó pasar y allí nos dijeron: “tiene por lo menos para una hora”.  Cuando te dicen eso es que es grave, porque ya llevaba hora y media en la enfermería. Las sensaciones fueron muy raras, de mucho a poco y luego muy grave. De hecho hablé con el médico, comprobé que estaba muy nervioso y me reconoció que podía haber muerto en la plaza.

P.- ¿Recordó a la cogida que le costó la vida a su padre, también “Paquirri”?

Igual no fue tan grave la de su padre como la suya. No lo sé. La suerte que ha tenido es que tenía un pedazo cirujano en la plaza. A su padre lo tuvieron que trasladar en ambulancia desde Pozoblanco hasta Sevilla. Por mucho que les dijo por donde eran las trayectorias no pudieron hacer nada. A su padre el asta también le llegó hasta arriba. Me dio esa sensación y me acordaba de eso cuando ví la cogida de su hijo.

P.- A veces se pierde la perspectiva de que ésta es una profesión de riesgo…

De mucho riesgo. Está claro que es una actividad en la que la inteligencia del hombre va contra la fiereza del animal. Al menos así lo veo yo. Es someter a un animal que nunca ha sido toreado y por tanto no se sabe cómo es. Han pasado 30 años desde el último torero muerto “Yiyo”. Un toro le partió el corazón en Colmenar Viejo el 30 de agosto de 1985, una fecha de la que siempre me acordaré porque fue el día en que me casé. Las cogidas tienen mucho que ver con la épica, son la “prueba de sangre” de los toreros. A unos se les va el valor y a otros les entra más.

P.- La Academia Española de la Radio este año te ha concedido el Premio de Información Taurina por tu espacio en Aragón Radio ¿qué ha significado esto para ti?

Fue algo que yo no me hubiera esperado nunca. Creo que es más el reconocimiento a una trayectoria, porque llevo muchísimos años, y por supuesto, que una radio autonómica te deje tu espacio semanal más o menos grande para hablar de toros creo que es muy importante y creo que es lo que la Academia Española de la Radio ha valorado entre otras cosas. La verdad es que ha sido un orgullo estar allí. Yo me veía en un pedazo teatro impresionante y con una gente… Iñaki Gabilondo, Luis del Olmo, la familia de Matías Prats, Ana Rosa Quintana. Yo no llevaba nada preparado, lo único que tenía claro era que tenía que agradecérselo a mi padre que fue quien me metió en el mundo del toro.

P.- El periodismo taurino es un género en sí mismo. Tradicionalmente se ha utilizado un lenguaje rico y florido, se busca siempre la expresión más original…

A mí me gusta utilizar mucho algo que no dice casi nadie: “desmuñequear”. Mi padre ha sido torero y lo he escuchado siempre. Algunos dicen: “es que quiebra la muñeca”, pero yo he oído toda la vida “desmuñequear”, es el movimiento que se realiza con la muñeca para rematar un pase. Un día lo dije en Radio Nacional ante Fernando Fernández Román y dijo: “¡Javier Valero acaba de inventar una nueva palabra!” (entre risas) a lo que yo le contesté “Pero Fernando, ¡si esto es muy viejo!”.

P.- ¿Y alguna que no sea tuya?

Una expresión que siempre me ha gustado es “Torear con el medio pecho” que es no ponerte de costado con el toro sino ponerse de frente (mientras lo representa) y citarlo adelantando la pierna por la que sale el asta. La mayoría de los toreros torean de costado o con la pierna retrasada, pero a mí me gustan los que lo hacían dándole el pecho al toro, como “Joselito”. Eso es “torear con el medio pecho”. Para mí el mejor locutor taurino con diferencia ha sido Fernando Fernández Román. Me encanta como resumía el fenómeno de “El Cordobés”: “Los aficionados dogmáticos defensores de una rígida escolástica, se irritan. Los pragmáticos, partidarios de lo novedoso, se entusiasman”.

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